jueves, 15 de marzo de 2012



Aspectos filosóficos del ayurveda

Para hacer del Ayurveda un modo de vida, hay que aprender a vivir con el ritmo cósmico. No es posible adoptar este sistema holístico de medicina sin llevar una vida unitaria, al estar todo en este universo interconectado e interrelacionado.  Para entender esta unidad cósmica, debe comprender el pensamiento conceptual y filosófico que constituye los cimientos del Ayurveda.

Sámkhya y yoga

El Sámkhya y el yoga guardan una estrecha relación y son dos de las seis escuelas de pensamiento de la antigua India. El Sámkhya es la base filosófica del yoga. Éste, sin embargo, nos muestra las técnicas para conseguir los objetivos que se descri­ben en aquél.
Según el Sámkhya, que literalmente significa número, la rea­lidad del cosmos se divide en veinticinco componentes o tattva. Purusa, el alma universal, y Prakriti, la sustancia cósmica, son los dos principales (véanse cuadros 2 y 3). La Prakriti tiene tres cualidades constituyentes o gunas: sattya  (cualidad de verdad, virtud, belleza y equilibrio), rajas (cualidad de fuerza e ímpetu) y tamas (cualidad de restringir, obstruir y resistir el movimiento). La Prakriti no tiene ningún impulso hacia la acción pues es ina­nimada. El Purusa es el principio animador de la Prakriti y care­ce por completo de cualidades o gunas. Es el Purusa el que alien­ta la vida en la materia. Toda existencia se manifiesta gracias a la combinación de Purusa y Prakriti. En virtud de esta combina­ción surgen los tres componentes siguientes, que son: el intelecto (buddhi), el principio individualizador (ahamkára) y la mente (manas). A través de ellos surgen los cinco elementos sutiles: el sonido, el tacto, la apariencia, el sabor y el olor. Estos elementos tienen sus correspondientes materiales o elementos fundamenta­les: éter, aire, fuego, agua y tierra. Relacionados con estos cinco últimos están los cinco órganos de los sentidos (oído, tacto, vista, gusto, olfato) y los cinco órganos de acción (expresar, asir, mo­ver, excretar y procrear). Antes de la manifestación del mundo objetivo, es decir, antes de la asociación del Purusa y de la Prakriti, las tres cualidades de esta última se encuentran en un estado de equilibrio perfecto. Después de manifestarse la existencia, este equilibrio se ve alte­rado constantemente por la acción (karma). El Karma es la natu­raleza inherente del Purusa y la Prakriti combinados. Nosotros, como seres vivientes, somos el microcosmos del macrocosmos que se ha descrito antes. Nuestra alma es uña parte del Purusa dentro de nosotros. La combinación de nuestra alma con la sustancia cósmica es lo que origina el intelecto, el princi­pio individualizador y la mente. Todo esto junto es nuestra iden­tidad individual, que contiene los cinco elementos sutiles. A tra­vés suyo percibimos los elementos materiales, que son los que dan origen a nuestros órganos de los sentidos y de la acción. Es inherente a nuestra naturaleza llevar a cabo la acción o karma. Las almas individuales experimentan un ciclo de nacimiento y muerte llamado samsara. El karma de una vida determina los frutos de otra en cuanto al nacimiento, el dolor y el placer. Este ciclo es continuo y lo que se busca es liberarse del dolor del naci­miento y la muerte. Según el Sámkhya y el yoga, la libertad radi­ca en seguir el camino de la inmortalidad. Esto se hace experi­mentando a traves del conocimiento las dos realidades últimas del universo. El objetivo final es superar el samsara y unirse al alma universal, o purusa o brahman, como se llama en la literatura vedica.

¿Por qué es el samsára (repetidos nacimientos y muertes) tan doloroso y por qué se busca libe­rarse de él? 

Los seres humanos contemplamos el tiempo desde la perspectiva de la duración de nuestra vida. Visto desde una esca­la temporal más grande compuesta de varias vidas, llegamos a este mundo y cada vez aprendemos, construimos y nos interesa­mos y ligamos a la vida como si fuéramos a estar por siempre. Sin embargo, un día tendremos que morir y dejar detrás nuestro todo lo que construimos, amamos y acumulamos. El cuerpo con el que nos identificamos se corrompe y nuestra verdadera alma propia (la parte del Purusa que hay en nosotros) lo abandona y vuelve a nacer. Los grandes risis (profetas) hindúes que pudieron percibir el tiempo en su eternidad, buscaron medios para detener este «ir y venir» por el mundo mortal con objeto de encontrar la inmortalidad y la libertad. Para comprender la idea dada por el samsara, el ciclo de vida y muerte, tomemos como ejemplo la breve escala temporal de un día. Imaginemos que se le ruega es­perar todo el día en una habitación y que varias veces se le hace pasar durante algunos minutos a una habitación anexa, donde se le dice que regrese y espere a la siguiente llamada. Cuando vuel­ve, le llaman otra vez. El proceso continúa durante todo el día. Desde luego, le resultará muy irritante, aburrido y agotador. Hará todo lo posible para encontrar un modo de detener este «ir y venir».

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